AMIGOS ARTISTAS
Desde que, de niña ―recalcaré: desde muy niña― empuñé un lápiz con más entusiasmo que fortuna, empeñada en convertirme en pintora, quedó en evidencia que mi existencia iba a estar vinculada al amplio, proceloso y resbaladizo terreno de lo artístico. Resultó que no dibujaba demasiado bien, así que el lápiz que empezó trazando rostros y paisajes pasó a pergeñar letras que se unían en palabras que a su vez se iban aliando para contar historias. Soy una fabuladora nata: me gusta tanto inventar historias que, a veces, cuando tengo que contar algo que me ha sucedido realmente, juego a adornarlo para hacerlo más hermoso, más entretenido. No son ganas de engañar, podéis creerme: es la fascinación que ejerce sobre mí el mundo de lo ficticio.
A partir del momento en que empecé a escribir con una ambición que me atrevo a calificar de desmedida (no había cumplido los diez años cuando ya creía haber escrito mi primera novela), se fueron cruzando en mi camino otras ramas artísticas que llamaron mi atención. Lo reconozco: soy muy promiscua en este sentido. He hecho todo lo que ha estado en mi mano hacer, teniendo en cuenta que dispongo de una sola vida y, mal que me pese, de días de veinticuatro horas. He ejercido de fotógrafa y de bailarina, he hecho teatro con tanta entrega y amor que, cada vez que asisto como espectadora a un espectáculo teatral, siento una emoción que me recorre la columna vertebral de extremo a extremo en el momento en que se hace el oscuro en la sala y da comienzo la representación. Ah, la fascinación de las tablas. No hay inyección de adrenalina como la que produce salir a escena.
En realidad, a pesar de lo que podría derivarse de este prólogo tan prolijo, no pretendo hoy hablar sobre mí, sino sobre esa gente maravillosa a la que he ido conociendo a lo largo de los años de mi diletante dedicación al arte. Bailarinas que resumen en los movimientos de su cuerpo la belleza, la intensidad y la vulnerabilidad del hecho de estar vivo. Fotógrafos que con su mirada son capaces de darle un sentido a un mundo de otra forma incomprensible. Escritores que se esfuerzan por convertir en arte la dura experiencia de vivir. Actores que salen a escena o se plantan frente a la cámara con toda la potencia y la fragilidad de su condición humana. Me siento privilegiada por haberos conocido, amigos artistas, por haber coincidido con vosotros durante una etapa de mi vida, para haberme alejado después, llevándoos en mi recuerdo.
Esta
entrada, que no tenía previsto escribir, se deriva del hecho de que acabo de
compartir en Facebook la noticia de que el próximo domingo volveré a la Feria
del Libro de Madrid para firmar ejemplares de mi última novela. Las primeras en
reaccionar a la publicación han sido una bailarina, una escritora y una actriz.
Las tres son formidables en sus respectivas actividades. ¿Qué os puedo decir,
amigos lectores, sino que me siento una persona afortunada?
Afortunado de compartir giras y montage contigo
ResponderEliminarLo mismo digo, querido amigo cómico. Ya sabes que tú y tu alegre tropa representáis para mí la esencia misma del teatro.
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