NOSOTROS Y EL COLOR
Revisando la carpeta de favoritos de mi navegador, me he encontrado hoy con una página web que durante el confinamiento me sirvió para combatir la añoranza de las salas de exposición, aparte de otras añoranzas. En su momento valoré escribir una entrada sobre ella, pero, por alguna razón que no recuerdo, tal idea no se llevó a efecto. Tal vez, simplemente, el descubrimiento se solapó con otros muchos: las redes eran en aquellos tiempos un constante fluir de recursos para mantener la ilusión de que la vida no se había interrumpido.
La página a la que me refiero está integrada en Google Arts & Culture y permite explorar épocas y estilos pictóricos a partir del elemento cromático. Para entendernos, se nos da la posibilidad de elegir en una paleta compuesta por once colores y conseguir así que se despliegue un considerable número de cuadros en los que predomina el color seleccionado. He de decir que la primera impresión es deliciosa: la acción de pulsar con el cursor un recuadro plano y sin matices es la llave que abre frente a nosotros un variado repertorio de rostros, paisajes, vestimentas, naturalezas muertas, abstracciones, motivos vegetales, figuras geométricas. La vida que late bajo el rojo, el naranja o el azul se materializa ante nuestros ojos: es el triunfo del color. Aparte de lo que tiene de simple juego, este explorador permite además conocer obras y artistas, dado que siempre vienen señalados el título, la autoría y el museo donde se exhiben los cuadros. Pero, y es lo que me parece más valioso, este agradable divertimento nos revelará sin duda algo sobre nuestra propia percepción del color.
Observo, por ejemplo, las obras de la página del verde, que es la que se abre por defecto. Verdes claros, oscuros, turquesa, hoja seca, verde botella, verde mar. Y, de pronto, mis ojos chocan con un cuadro que no encaja. Es un paisaje de Darío de Regoyos que representa un pueblo rodeado del verdor de árboles y huertas. Y, sin embargo, para mí está fuera de sitio. ¿La razón? Una sierra de tonos morados que cierra el horizonte. A mis ojos, no cabe duda, el morado es mucho más poderoso que el verde; yo me llevaría el paisaje de Regoyos a otra sección. Supongo que las innumerables miradas que se pasean por esta página a diario traerán consigo otros tantos cambios mentales de emplazamiento. Os invito a hacer la prueba: pasaréis el rato, encontraréis sin duda alguna obra que os sorprenda y aprenderéis algo sobre vosotros mismos y el color.
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