FUERA DE CATÁLOGO
En estos
tiempos de comunicaciones instantáneas y accesos remotos a cuanto se desea, en
que el lector impaciente puede obtener a un golpe de ratón el libro que se le
ha antojado a los pocos segundos de sentir el impulso de leerlo, resulta
especialmente descorazonador encontrarse en la pantalla del móvil o del
ordenador, en la página web de la editorial o de la plataforma de venta
correspondiente, con un mensaje conciso, infranqueable, contra el cual se
estrellan todos los deseos imperiosos de leer: no disponible.
Este
escollo que acabo de describir se levanta, por supuesto, cuando se pretende
adquirir un libro de cierta antigüedad. No las obras de los clásicos
reconocidos ―elegir entre las múltiples ediciones disponibles de estos últimos es
a veces una tarea ardua―, sino las de escritores que, retirados ya del mercado
reciente, no han tenido la suerte de ser incluidos en la lista de
imprescindibles. En algunos casos, se trata de omisiones sangrantes, como la
que va a ocupar el resto de esta entrada.
Cuando
empecé a coordinar el club de lectores de Valmojado, uno de los primeros libros
en los que pensé para que sirviera de base a nuestra tertulia fue Espejo roto de Mercè
Rodoreda. Pero mi deseo de compartir una de las experiencias de lectura que más
me ha aportado en mi vida se estrelló contra la imposibilidad de encontrar
ejemplares en el mercado editorial. En la página web de Casa del Libro existe un servicio que avisa de la reedición de libros
descatalogados; allí dejé dada de alta mi alarma, como una botella lanzada al
mar sobre cuya llegada a la costa se tienen serias dudas. No fue así: al cabo
de unos cuatro años, recibí el aviso de que la editorial Seix Barral había
sacado la hermosa saga familiar de Rodoreda del cajón de los libros olvidados.
Una
espera mucho más larga ha acompañado a otra obra también de Rodoreda, que
reseñé hace algo menos de un mes para el proyecto Adopta una autora. La muerte y la primavera es un libro que me fascina pero que he recomendado poco;
como ya expliqué en la entrada a la que me refiero, su carácter insólito y la
dificultad de su lectura me lo han impedido. Había, además, un obstáculo añadido:
se trataba de un libro inencontrable, a excepción del mercado de segunda mano.
De hecho, cuando apareció la reseña en mi blog, varios lectores se interesaron
por él y me ofrecí a prestarles mi ejemplar. Ignoraba yo en aquel momento que
una nueva edición de La
muerte y la primavera estaba en
vísperas ―literalmente: llegó a las librerías al día siguiente de publicarse mi
entrada― de ser lanzada al circuito comercial. La responsable de esta
recuperación es la editorial catalana Club
Editor, que ha otorgado una nueva vida a
la novela de Rodoreda dentro de su reciente colección de libros en castellano.
La traducción corre a cargo de Eduardo Jordá, que describe la obra con estas
certeras palabras: «”La
muerte y la primavera” es una de las novelas más extrañas que se han
escrito en el siglo XX. Es sombría, poética, luminosa, perversa, inocente,
erótica, hermosa, terrible y devastadoramente triste. Es un alegórico cuento de
hadas y también una novela realista, y más realista cuanto más fantástica, y al
revés. Es intemporal y próxima, y aunque no sepamos muy bien en qué época se
sitúa la acción, todos sentimos que conocemos muy bien, a nuestro pesar, ese
lugar sin nombre donde trascurre la historia.»
Ya
no hay excusa, amigos lectores. El alucinado mundo de Rodoreda vuelve a la vida
y lo hace justamente cuando a mi alrededor varias voces clamaban contra la
imposibilidad de acceder a él. Estas casualidades suceden por algo.
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