CUADROS FUGITIVOS
No
hay como pedir ayuda. Ayer por la mañana publiqué en este blog la entrada Se busca autor, en la cual manifestaba
mi incomodidad por no haber sido capaz de identificar tres fragmentos de
cuadros que aparecían en un vídeo dedicado a los detalles en la pintura. Pedía
colaboración y la tuve, más rauda y eficaz de lo que me había atrevido a soñar:
dos sagaces investigadores acudieron a mi reclamo (no era la primera vez que lo
hacían) y pusieron en poco tiempo punto final a mi incertidumbre. Dije que
publicaría los resultados en una nueva entrada y aquí están, que lo prometido
es deuda.
Resulta
que el ojo de mirada vivaz que abría el vídeo pertenece a Muchacha con un libro, del pintor
dieciochesco Pietro Antonio Rotari. Y resulta que, una vez colocado dicho ojo
junto a su compañero, la expresión de la modelo resulta doblemente pícara. Al
parecer, el tema era muy del agrado de su autor, que realizó un buen número de
retratos de jovencitas pizpiretas, algunas de las cuales nos miran con desparpajo
por encima de un libro cuyo contenido, cuanto menos, nos intriga.
La
incertidumbre que más disgustos me ha causado: no podía quitarme de la cabeza
(y, aunque parezca un chiste fácil, no lo es) esta escena de decapitación de un
personaje al que suponía San Juan Bautista. Supuse bien, pero lo busqué con
torpeza; de esa búsqueda por Internet conservo en el recuerdo imágenes
estremecedoras que preferiría olvidar. Pero vamos al cuadro en cuestión: en el
lado izquierdo de su Tríptico de las
Bodas místicas de santa Catalina de Alejandría, el pintor flamenco Hans
Memlimg introduce esta estremecedora escena de martirio, pintada con alarde de
perspectiva y un audaz escorzo del cuerpo del santo. Hay límites que sólo al
arte le es lícito traspasar.
Una última cuestión, que me parece que viene al caso. Me acordaba yo ayer, después de la meteórica búsqueda en colaboración que llevó a desvelar estas tres incógnitas pictóricas, de una conocida que me dijo hace poco que las redes sociales le parecían una pérdida de tiempo. Quizá participar en el reto lanzado primero en este blog y de inmediato por medio de Facebook le parecería, en efecto, perder el tiempo. A mí me animó una jornada que por culpa de un resfriado inoportuno no pintaba nada bien. Para qué lo voy a negar, si ya se me está notando: estoy deseando lanzar otro.
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