BICICLETAS ROTAS
Llevo
más de una semana con la canción de Tom Waits Broken
bicycles alojada en mi cerebro. No es algo extraño, teniendo
en cuenta que se trata de una de mis canciones favoritas, pero lo cierto es que
hacía tiempo que no la escuchaba. Tengo ciertos problemas con la música y las
reacciones emocionales que me causa, y en consecuencia huyo de las piezas que
me arrastran con demasiada fuerza hacia el terreno de la melancolía. Porque no
hay canción más triste ―y pocas más hermosas― que ésta.
El último día del pasado octubre, una camioneta fue utilizada como arma homicida para arrollar
a un grupo de ciclistas y viandantes que circulaban por un carril bici de
Manhattan. Los primeros periodistas que acudieron al lugar de los hechos
hablaban de imágenes sobrecogedoras de muertos y heridos que en un primer
momento ―no sé si después se mantuvo esa medida― no fueron emitidas por
televisión. Por si acaso, yo hui de mi televisor como alma que lleva el diablo.
Siempre lo hago ante este tipo de noticias. En su lugar enciendo la radio y
escucho la información, rezando para que mi imaginación no sea capaz de suplir
el horror de las imágenes reales.
Broken bicycles es una canción compuesta por Tom Waits en 1982
para la película de Francis Ford Coppola One
from the heart (Corazonada en la
traducción española), y de la que desde entonces se han hecho versiones muy
diversas. La película para la que nació fue una apuesta extravagante,
arriesgada y emotiva, que fue incomprendida en su época y que iba arropada por
una maravillosa banda sonora a la altura del romanticismo de la empresa. En
ella oí por primera vez las notas melancólicas de un piano y la voz
aguardentosa del gran Waits hablando sobre la tristeza de las bicicletas rotas
y abandonadas bajo la lluvia. Qué tendrán estos sencillos vehículos cotidianos
que despiertan tan poderosas reacciones emocionales, que nos dicen tanto sobre
la vida y el dolor de sus propietarios. Que son capaces de atravesar la capa de
aletargamiento que se ha formado a nuestro alrededor a base de ver, en color y
en alta definición, las mayores tragedias desde el salón de nuestras casas.
Dejo a continuación un enlace a un vídeo de la canción. Aviso para melancólicos: las notas iniciales se albergan en la memoria y no vuelven a salir nunca. Pero consolémonos, que al fin y al cabo, las bicicletas de Waits están hablando de la soledad y la tristeza por la pérdida del amor. Ojalá esas fueran nuestras únicas tragedias. Inevitable acordarse ahora de los versos de Miguel Hernández: «Tristes guerras/si no es amor la empresa./Tristes, tristes».
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