LLEGÓ EL DIABLO
Hace
algo más de un año, una llamada telefónica me anunciaba que mi novela El diablo salió de la niebla había
resultado ganadora del Premio Cáceres de Novela Corta. La persona encargada de
comunicarme el fallo fue Juan José Millás, que ejercía de presidente del jurado
en esa edición. Es curiosa la sensación de familiaridad y de extrañamiento
simultáneos que produce charlar con un desconocido con el que, sin embargo, se
ha tenido una indudable cercanía a través de sus escritos. Sentí, de hecho, que
aquella no era nuestra primera conversación; pero eso daría material para otra
entrada.
El
caso es que mi Diablo quedó premiado
y pasó a afrontar las distintas fases que lo conducirían finalmente a
reaparecer en mi vida convertido en libro. Eso ha sucedido hace unos días, en
medio de las dos olas que avasallan en estos instantes mi vida: la de calor y
la del final de curso. Un aguerrido empleado de correos subió hasta mi puerta
la caja, que me pareció que pesaba de forma descomunal para tan sutil
habitante. Allí quedó, en el recibidor, con su precinto intacto. Tardé un poco
en decidirme a abrirla.
Por
lo que he oído decir a otros autores, sé que abrir una caja llena de ejemplares
de una novela propia es un momento lleno de emoción. Confieso que a mí me
cohíbe un tanto; hay en ello algo tan irreparable que busco siempre motivos
para posponerlo. Abrir una caja con semejante contenido es enfrentarse a lo
irreparable: a la conciencia de que la cubierta no es la adecuada, al
descubrimiento de las erratas ahora evidentes pero que pasaron inadvertidas cuando
se las buscaba, a la certeza de que la foto de uno mismo, que en su momento
pareció la mejor de las candidatas, transmite una imagen que no es en absoluto
la deseada.
En
esta ocasión, yo tenía al menos la seguridad de que una de las decepciones que
acabo de mencionar no se iba a producir. La foto de la cubierta es obra de un
fotógrafo amigo, Manuel Jesús Pineda, del que ya he hablado en más de una
ocasión en este blog. Acudí a él cuando comprendí que el universo oscuro y
sugerente de algunas de sus imágenes cuadraba a la perfección con el espíritu
de mi novela, y él me brindó la hermosa fotografía que ocupa ahora la cubierta,
perteneciente a su serie titulada Polisemia.
Gracias a ella, mi Diablo se siente
más seguro y preparado para afrontar el paso desde mi cabeza al mundo exterior.
En su momento no lo pensé, pero ahora me parece que esas escaleras por las que
un personaje indefinido inicia su ascenso son un afortunado símbolo del
tránsito que conduce a las ideas solitarias a ser compartidas con los demás: un
símbolo, en definitiva, de la lectura.
Enhorabuena preciosa. Que a las dos -a tu nueva novela y a ti- os envuelva la alegría inmensa y el orgullo prestado que siento. Tu prosa es magnífica Beatriz y la aprecio como si fuera un descubrimiento mío, ya ves qué inmodestia. Es lo que siente cualquier jurado cuando tiene una obra tuya entre las manos. Un abrazo enorme. Pili Zori
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Pili. Para mí siempre serás, junto con tus maravillosas compañeras Rosa y Paloma, el jurado más cálido y entusiasta que he conocido en mis experiencias en concursos literarios (y van unas cuantas). Y, desde luego, no pecas de inmodestia: mis escritos estarían en el más solitario de los archivos sin la labor de personas como tú. Un beso fuerte.
EliminarMuy bueno el blog será recomendado, les dejo un link de un post interesante: http://quasartechsciencie.blogspot.com.ar/2017/06/jorge-l-borges-y-la-indagacion-de-la.html
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