REGRESO A CASA
El
director chino Zhang Yimou vuelve por sus fueros después de explorar durante más
de una década los mundos remotos y fantásticos de las leyendas de su tierra. Lo
hace con una historia intimista, de pocos personajes, de escasa acción e
intensidad emotiva; una historia que entronca, por tanto, con la exploración de
los sentimientos humanos que caracterizó la primera parte de su filmografía. El
título de la película que supone este viaje de retorno no me parece casual: Regreso a casa.
Ambientada
durante la Revolución Cultural, Regreso a
casa refleja el eco de los grandes acontecimientos políticos de la China de
los años sesenta y setenta en una familia de tres miembros. El planteamiento es
sencillo pero extraordinariamente eficaz: el padre es un intelectual prisionero
del régimen; la hija, una muchacha que se ha educado sin la figura paterna, que
solo vive para la danza y que no duda en renegar de su progenitor para ascender
en su carrera. En medio de ellos, la madre, escindida entre su amor por el
esposo ausente y el deseo de no perjudicar a su hija. El choque de sentimientos
es inevitable: lealtad frente a traición, fidelidad y amor frente a olvido. Hasta
aquí tendríamos un típico drama de personajes vapuleados por los malos tiempos
que les ha tocado vivir, pero a partir de ese momento el guion da una genial
vuelta de tuerca: cuando el padre es liberado al fin, se encuentra con que su
mujer vive sumida en el olvido como consecuencia de un trauma y no lo reconoce.
El camino de regreso no ha terminado con la llegada a casa del hombre, sino que
se prolonga aún más y se hace inesperadamente arduo y empinado.
Para
narrar esta historia a la vez pequeña y enorme, Zhang Yimou ha contado con una
fotografía maravillosa, que dota de una triste belleza al ambiente en el que se
desenvuelven los personajes. Los objetos cotidianos, la humilde casa familiar,
los recuerdos de la vida anterior, la lluvia que azota inmisericorde y la nieve
que cubre las calles, cobran extraordinario relieve en una historia que habla
sobre la lealtad, sobre el cuidado de los seres queridos y el calor de la
familia frente al inhóspito mundo exterior.
Regreso a casa es una película de silencios, de primeros planos,
de emociones calladas que se reflejan en los ojos de los personajes: una
película de actores. Hacía tiempo que no me emocionaba tanto en el cine como viendo
la expresión de candoroso desconcierto de Gong Li interpretando a la mujer
perdida en su olvido, o leyendo en los ojos de Chen Daoming, el actor que encarna
al esposo, el dolor por la pérdida de la mujer amada y la inquebrantable
determinación de cuidarla, de permanecer junto a ella a pesar de las barreras
que le impiden volver del todo a su hogar. El que sí ha regresado a casa con
esta película es Zhang Yimou. Bienvenido sea.
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