LO QUE EL BLOG REVELA
Hoy hace un año, me asomé tímidamente a un par de páginas web que ofrecen herramientas para que cualquiera, hasta el más profano en la materia (así lo aseguran en su publicidad) sea capaz de crear un blog donde verter sus opiniones, creaciones e ideas. Me asomé con cierto recelo y con la resignada certeza de que hacer efectiva semejante empresa, a la que llevaba bastante tiempo dándole vueltas, iba a ocuparme buena parte de las vacaciones de Navidad. No recuerdo a qué hora me senté frente al ordenador y empecé a trastear entre plantillas y formatos variados. Lo que sí puedo afirmar, porque tengo constancia de ello, es que a las diez y pocos minutos de la noche del 23 de diciembre de 2010, el esqueleto de este blog estaba creado y ya se había publicado en él la primera entrada, la titulada Bienvenidos. No cabía duda: la publicidad no era engañosa. Crear un blog, al menos en su aspecto formal, es fácil. Luego viene la segunda parte: dotarlo de contenido.
Ha pasado un año desde entonces. 365 días, cuatro estaciones, o lo que es lo mismo, 107 entradas publicadas, visitantes de 50 países, 18 seguidores, 366 comentarios, 48 cuadros de la semana, 38 libros reseñados en la sección Lo que estoy leyendo, 33 personajes que leen dentro del lienzo, 17 fotos de escritores con sus adorables gatos. Se me ha pasado volando, y, a la vez, me parece que la existencia de este blog es mucho más larga que un simple año. Quizá porque siempre ha existido, al menos en el interior de mi cabeza. En realidad, es tan antiguo como yo.
Me pongo ahora a recordar lo más notable de este año de existencia virtual y lo primero que se me viene a la cabeza son los visitantes. Los hay de muchos tipos. Especial mención merecen los valientes, los que dejan sus valiosas palabras a la vista de todos: Lola, Choni, Confidente fiel, Ellu Bellator Corvus han sido los más constantes. Luego están los inesperados, los que surgen del mar anónimo de la web y, llevados por esos maravillosos rastreadores de afinidades que son los buscadores, aterrizan en este espacio para dejar constancia de su amor a la pintura, a los libros, a la música. Y los silenciosos, los que pasan de puntillas, atentos, respetuosos, sin dejar otra huella que su rastro en las estadísticas, y me hacen llegar luego su opinión de forma privada, cuando me encuentro con ellos o me escriben, como si no quisieran molestar a otros lectores con el sonido de su voz. Y los misteriosos, los que entran con asiduidad desde puntos alejados del planeta –Bruselas, Iowa, Groningen- y cuya identidad ha hecho volar en más de una ocasión mi fantasía.
Mención aparte merecen los contadores. Son los juguetes con que nos entretenemos los blogueros: los hay de muchos tipos, e indican los visitantes que están dentro del blog en un preciso instante, los países de procedencia, las entradas más populares. Lo curioso es que los datos de unos y otros no coinciden y dan lugar al desconcierto y la contradicción, pero también a las situaciones divertidas. Uno de los contadores se empeña en dar cuenta de las asiduas visitas de un lector de Australia que, por alguna razón que ignoro, no es recogido por ningún otro contador. Me pregunto si existirán los fantasmas, en el ámbito de la web. Las visitas de una amiga de Canarias que durante un tiempo siguió el blog casi a diario aparecían reflejadas como procedentes de localidades distintas: La Orotava, Adeje, Puerto de la Cruz, San Cristóbal de La Laguna. Durante un tiempo la imaginé viajando día y noche por la accidentada geografía de Tenerife, hasta que lo comenté con ella y me aclaró que no se movía de casa, pero que su conexión de Internet debía de ir saltando por los repetidores de la isla, como el Principito cuando viajaba de planeta en planeta llevado por unas aves migratorias. Me gustó la imagen. Desde entonces, la imagino surcando los cielos tropicales, impulsada por una bandada de pájaros.
También se producen de vez en cuando errores de número, cifras disparatadas, que servirían para alimentar el ego de no ser por lo dudoso de su fiabilidad. Recuerdo que, cuando acababa de instalar el contador de visitantes en línea, lo abrí y descubrí que registraba la presencia de diecisiete lectores simultáneos, todos ellos localizados en Nueva York, en la zona de Brooklyn. Los diecisiete estaban identificados con direcciones IP diferentes, pero leían a la vez la misma entrada, la titulada Pequeñas enseñanzas cotidianas, una breve reflexión que escribí a raíz de una anécdota bastante triste que acababa de sucederme al hacer la compra; imaginarme a diecisiete neoyorkinos leyendo al unísono mis andanzas por el supermercado me resultó, cuando menos, inquietante. Hubo otra ocasión, meses después, en que el mismo contador se volvió definitivamente loco y registró la presencia de cuarenta y nueve visitantes a la vez. Comprendí de inmediato que se trataba de un fallo técnico: en un blog modesto como el mío, lo normal es que entren varias personas cada día, e incluso que se solapen alguna vez las visitas, pero raramente más de tres al mismo tiempo. Con todo, la imagen del contador ostentando cifra tan astronómica me resultó tan exótica que no resistí la tentación de inmortalizarla, y aquí la tenéis. Miradla bien: dudo mucho que se repita.
Luego están las casualidades increíbles. Hace poco, un contador del blog dio testimonio de que, con una diferencia de segundos, un lector holandés y otro valenciano habían abierto la misma entrada, la titulada Lecturas del pasado verano. Y hace ya meses, cuando estaba leyendo Tombuctú, la tierna novela de Paul Auster que recrea las andanzas de un perro en la para mí hasta entonces desconocida localidad estadounidense de Dulles, en Virginia, descubrí el registro de un visitante procedente precisamente de esa ciudad. La casualidad me emocionó de forma especial por su relación con ese amante del azar y los cruces de destinos que es Auster. Se lo conté a un amigo por e-mail y su respuesta enfrió un tanto mi entusiasmo. Él no le veía una significación especial. “Si diez minutos más tarde hubieras recibido una llamada de Paul Auster –me dijo-, ahí sí que me empezaría a asustar”.
Las reacciones de los lectores son una fuente constante de sorpresas, y un blog presenta la ventaja de poder tomarles el pulso con absoluta inmediatez. He escrito entradas de las que me he quedado francamente satisfecha y que han registrado escasas lecturas; otras que me parecían de interés más dudoso, en cambio, se han aupado a la cabeza de las más leídas. Soy consciente del poder de atracción de las imágenes de cuadros que incluyo en muchas de ellas. De hecho, una de las sorpresas más gratas de este año ha sido descubrir el alto grado de interés que la pintura suscita entre los cibernautas. Cuando creé la sección El cuadro de la semana, lo hice con la intención de que tuviera un carácter efímero, de que la obra elegida estuviera siete días colgada en el blog con su comentario correspondiente y luego fuera sustituida por otra. Al poco se me ocurrió la idea de reunir en una entrada las cuatro pinturas comentadas el primer mes, y recuerdo claramente que pensé: “No sé si esto va a tener interés para alguien”. Me equivocaba. Las entradas con los Cuadros del mes están, sin duda, entre las más visitadas. Algunas imágenes actúan como un auténtico imán; por encima de todas, destaco al entrañable Ángel herido del pintor finlandés Hugo Simberg y a la melancólica Mujer joven en la playa de Munch. Ellos aúpan una y otra vez Los cuadros de enero al puesto de la entrada más vista de la semana.
Recapitulo ya. Un amigo mío –lo he comentado aquí en alguna otra ocasión- me dijo al enterarse de mis pinitos como bloguera que crear un espacio de este tipo sirve, sobre todo, para descubrir lo que a uno realmente le interesa en la vida. Tenía razón. Yo añadiría más: para descubrir lo que les interesa a los demás, lo que piensan los desconocidos con los que el azar cibernético nos reúne, lo que piensan los conocidos con los que nos cruzamos a toda velocidad en la vida diaria y con los que apenas tenemos tiempo de hablar de lo que realmente nos importa. Con la perspectiva de un año, puedo decir que, mucho más que lo que esconde, me interesa lo que me este blog me ha revelado.
Me imagino que alimentar el blog te dará mucho trabajo pero para mi, para tus seguidores, es un soplo de aire, un punto de reflexión, una ventana hacia experiencias increibles. Me gustan todas las aportaciones: las que se convierten en mini ensayos sobre temas humanos; las aportaciones sobre tus lecturas, que me hacen leer más (lo que me gusta a mi y lo que me sugieres, porque ejercen un efecto llamada imposible de resistir; y ¡asómbrate! tus sugerencias plásticas y especialmente las relacionadas con la fotografía, porque era un tema que nunca me había "picado".
ResponderEliminarTodos los días vigilo y, cuando no veo ninguna nueva entrada, cierro frustrada el ordenador.
¡Cuánto te agradezco tu blog! Lola
Yo soy de las que paso de puntillas a diario, puedo asegurarte que soy una de las seguidoras que más ha disfrutado este año con tus entradas.
ResponderEliminarMe gustan todas, ya sabes que me dá un pudor tremendo dejar comentarios pero hoy no podía dejar pasar la ocasión para felicitarte por este año y sobre todo para darte las gracias por los momentos que me haces pasar cada vez que me asomo y me encuentro con una entrada nueva.
Felicidades y gracias.
Guillermina
Yo vine y vengo de vez en cuando, recomendada de Lola, tenemos en común otros mares.
ResponderEliminarFelicidades por el aniversario y por las idas y venidas, por los números absurdos y por las sorpresa que da la vida...
Besicos.
Muchas gracias a las tres. Me encanta contestar de una sentada a las representantes de tres tipos distintos de los visitantes que llevan un año asomándose a este blog.
ResponderEliminarLola: Me hablas del trabajo que me da mantener actualizado este espacio y no estoy demasiado segura; se nutre de cosas que no puedo evitar escribir y que, durante mucho tiempo, han ido poblando agendas, cuadernos de notas y archivos dispersos de ordenador. Requiere, eso sí, algo más de sistema el presentarlos aquí de forma ordenada. Estoy encantada de haberte contagiado mi interés por la fotografía. En cuanto a tu frustración cuando no hay una nueva entrada... es la misma que siento yo cuando compruebo que ningún visitante se ha asomado a este espacio desde que lo abrí la vez anterior.
Guillermina: Los visitantes que pasan "de puntillas" como tú son parte importantísima de la vida de este blog. Hacéis crecer las estadísticas, ponéis a funcionar a esos maravillosos chivatos que son los contadores y dais alas a mi imaginación cuando me empeño en elucubrar sobre vuestra identidad. Y sois un apoyo fundamental cuando, como es tu caso, me hacéis llegar luego vuestro interés cada vez que nos vemos (casi siempre, gracias a una lectura compartida).
Cabopá: Tu caso es el más curioso. Reunión de blogueras en el inmenso espacio de la red gracias a una amiga común. Me encantan estas sorpresas cibernéticas. Y, como muy bien has definido, vas y vienes de vez en cuando, igualita que las olas de ese mar que tanto amas.
Besos a las tres. Sois bienvenidas siempre.
Me encanta leerte, y me he convertido en una seguidora. Ayer fui a una librería, intenté comprar todo lo que tuvieran de tu autoría, pero no he tenido suerte. Vivo en México, y no descansaré hasta encontrar algo tuyo. Me inspiras!
ResponderEliminarAngélica.
Muchas gracias, Angélica. Apenas publiqué esta entrada me di cuenta de que me había olvidado de reseñar, entre los lectores desconocidos procedentes de lugares lejanos, la frecuente presencia de un visitante de Puebla, en México (así es, al menos, como te registran mis contadores). A mí también me encantaría que te hicieras con alguno de mis libros. Tal vez por medio de Internet, o a través de algún contacto en España... Espero seguir encontrando el rastro de tu paso por este espacio, y darte más motivos de inspiración.
ResponderEliminarParece mentira, Beatriz, pero hasta hoy no me he puesto al día en este espacio, no lo había ”abierto” desde las vacaciones de Navidad… Con alguna semana de retraso te felicito por el primer aniversario de tu blog y te agradezco infinitamente esas ventanas que nos has abierto, a las que nos asomamos con verdadero interés y en las que descubrimos tantas cosas: imágenes que "miras" de forma especial, lecturas a las que nos animas, hondas reflexiones, artistas y escritores a los que nos acercas... No es nada fácil emocionar, despertar interés, curiosidad y tú lo has conseguido con tu personal mirada, con sensibilidad y calidad. Muchas gracias, compañera, y un abrazo desde un tranquilo rincón italiano, donde tengo el placer de asomarme a esta querida ventana. Choni.
ResponderEliminarTe aseguro, Choni, que se te echaba de menos en esta entrada, en la que hago recuento de todo lo bueno que me ha reportado este blog durante el pasado año. Tu atención, tus comentarios y tu capacidad para valorar lo que escribo ocupan un lugar muy especial. Es una delicia para mí cuando en el mapa de visitas se enciende una lucecita roja en el norte de Italia, señalando ese tranquilo rincón desde el cual, en ese preciso instante, te estás asomando a esta -me encanta tu denominación- "querida ventana".
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