PORTADAS Y PINTURAS

Me pregunto si me gustaría tanto leer si los libros no me parecieran objetos tan hermosos. Me falta aún la experiencia del libro electrónico, pero supongo que el formato en que llega a nosotros un escrito debe de influir de alguna manera en la percepción que de él tenemos. Saco hoy de mis estanterías dos de mis posesiones más preciadas. Tienen muchas cosas en común: ambos son ejemplares de novelas que había leído muchos años antes en otras ediciones, pero los dos atrajeron mi atención de forma irresistible y no pude evitar la tentación de comprarlos. Pero no terminan ahí las coincidencias. Curiosamente, las autoras de las dos novelas eran hermanas, y la imagen de ambas portadas es del mismo pintor. A veces se establecen parentescos entre los habitantes de nuestras bibliotecas, y no cabe duda de que, a mis ojos, estos dos libros son hermanos.

El primero es Jane Eyre, de Charlotte Brontë, publicado por Alba Editorial en su colección Alba Clásica. Recuerdo muy bien el día en que descubrí este libro tras el cristal de un escaparate y me quedé clavada en la acera, mirándolo. Ahí tenía una de las novelas que habían marcado mi adolescencia, con una imagen en portada de uno de mis cuadros favoritos, El árbol de los cuervos, del pintor alemán Caspar David Friedrich. La coincidencia me pareció una llamada que no podía desoír. Era aquella una etapa en que no andaba yo muy bien de dinero, y la edición no era precisamente barata. El esfuerzo económico para comprar un libro que ya tenía más que leído habría resultado incomprensible para muchos, pero no así para los que me acompañaban en aquel momento, amigos de toda la vida; creo recordar que hubo maniobras variadas, con búsqueda de cajero automático e incluso aportaciones espontáneas de mis acompañantes, para reunir la cantidad necesaria. Y aquí lo tengo, en mi estantería. Es de mis libros más queridos. El cuadro que aparece en su portada también lo es.


Descubrí que existía un pintor llamado Friedrich que daba forma a los paisajes y edificios de mis sueños cuando tenía alrededor de doce años. Fue durante mi primera visita a París, estaba emocionada y agotada después de un viaje nocturno en tren en el que no había podido pegar ojo. Nada más soltar el equipaje en el hotel, mis padres me llevaron a visitar el Museo del Louvre. Ya por aquel entonces me gustaba mucho el arte, pero el cansancio me pasó factura; llegó un momento en que andaba yo sentándome en todo banco que encontraba a mi paso, incapaz de apreciar la belleza que tenía ante mí. Justo antes de marcharnos, hicimos una visita a la tienda del museo para comprar recuerdos. Fue ahí donde lo descubrí, en el expositor de postales. Una imagen hermosa y desoladora, la de un árbol de ramas descarnadas sobre las que planea una bandada de cuervos. Me puse nerviosísima: aquella imagen removía algo en mi interior, era como reconocerme en lo que había pintado otra persona. Di la vuelta a la postal y leí el nombre del autor y un dato que me conmocionó: el cuadro estaba en el museo que me disponía a abandonar, en algún rincón de aquel laberinto de salas y pasillos. Comprendí que era inútil pedir que lo buscáramos, dado el nivel de cansancio que habíamos alcanzado todos, así que me limité a comprarme la postal, como pequeño consuelo. Unos años después, mi edición de Jane Eyre ha contribuido a consolarme aún más de aquel primer desencuentro.

El segundo libro al que me refería al principio es Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, editado por Valdemar en su colección Gótica. Es esta una colección que me gusta especialmente y que siempre hace que me detenga en las librerías y en la Feria del Libro. El diseño de las cubiertas, la elección de las imágenes, y también la selección de títulos, con lo más granado de la literatura gótica, romántica y de terror (romántica en su sentido etimológico, por favor: nada de ñoños convencionalismos ni de melifluas historias de amor), me atraen de forma irresistible. Cumbres borrascosas es una de las novelas que más me han impactado en mi vida de lectora. La he leído y releído unas cuantas veces; la próxima lo haré en este hermoso volumen que tiene en la cubierta la reproducción del cuadro Cabaña bajo la nieve, de Caspar David Friedrich. Es una adquisición bastante más reciente que la de Jane Eyre. Los tengo a los dos juntos, en la estantería, y no solo por cuestiones de género y de orden alfabético. Ya he dicho antes que a estos dos libros los considero hermanos.

Hace años, di clases de español a un grupo de franceses que estaban profesionalmente ligados con el mundo del arte. Uno de ellos, que era pintor, me preguntó un día cuáles eran mis artistas favoritos. Entonces era yo muy joven y muy romántica (en su sentido etimológico, una vez más) y debí de mencionarle a Friedrich. Mi alumno, que tenía mucha más edad que yo y se consideraba con derecho a pontificar, hizo un gesto de desprecio. “A mí Friedrich no me parece un pintor, sino un ilustrador”. No fui capaz de replicarle, en parte porque mi situación laboral no me permitía ciertas libertades y en parte porque la rabia que sentí al ver atacada una figura a la que admiraba tanto me paralizó. Con los años, he llegado a ver con otros ojos aquel comentario. No me parece algo negativo ser un buen ilustrador. Además, tal vez tuviera algo de razón aquel alumno mío desdeñoso: Friedrich debe de tener mucho de ilustrador, dado que me encuentro imágenes suyas por doquier, ilustrando grandes clásicos. Es un pintor que posee, está claro, la cualidad de dar forma y color a los sentimientos e ideas que plasman los autores en sus escritos. Es un gran ilustrador, y no solo de literatura, sino también, lo que viene a ser lo mismo, del alma humana.

Comentarios

  1. Belleza en estado puro. He leído dos veces esta entrada. Es increíble, sobrecogedora. Y además Cumbres borrascosas. Si sólo pudiera tener una novela, sería esa.

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  2. Es muy agradable coincidir con otro lector en la valoración de un libro que nos gusta especialmente. Lo contrario, la falta de coincidencia, me entristece siempre, por más que sepa que la cuestión del gusto personal es algo imposible de someter a normas. Hace cosa de un mes le presté "Cumbres borrascosas" a uno de los buenos lectores que tenemos entre los alumnos del instituto. Me la devolvió al cabo de un par de días, apesadumbrado. "No he podido con ella, lo siento", me confesó, y se le notaba avergonzado de decírmelo. Me dio rabia que la emoción que para mí emana de esa novela no hubiera encontrado eco en él. Pero no siempre sufro decepciones como esta en mi labor de bibliotecaria. Hace poco presté a otro alumno "1984" de George Orwell, que es una novela que me impresionó mucho en su momento. No lo hice demasiado convencida, porque, francamente, pensaba que excedía un tanto su capacidad. Al cabo de un tiempo, tuve que pasar por la clase de ese chico a dar un recado y el muchacho me saludó desde la última fila del aula agitando la novela de Orwell. "Me está gustando, me está gustando", exclamaba. El trabajo en la biblioteca tiene compensaciones como esta de vez en cuando.

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  3. Hoy terminaré Lo que esconde el cuadro. No puedo postergar la lectura, pero tampoco quiero que termine. La portada del libro me gusta tanto que antes de empezar a leer me quedo un rato mirándola. De ella emana, al igual que de cada página de la novela, pasión auténtica, de la buena. El libro que me consolará cuando definitivamente cierre Lo que esconde el cuadro, será una relectura, Cumbres borrascosas.

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  4. No sabes cuánto se agradecen palabras de aliento como estas; son el mejor acicate para seguir escribiendo (y presentándose a premios, y peleando con editores...). La imagen de portada de "Lo que esconde es cuadro" es -ya te habrás fijado- una pintura de Waterhouse. Es un pintor que me gusta mucho y con el que tengo una larga relación que se merecería por sí sola una entrada propia. En cuanto a "Cumbres borrascosas"... yo también la releo, cada cierto tiempo. Por cierto: ya me va tocando otra vez.

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  5. Gracias a este blog, que ha marcado felizmente todas mis lecturas desde hace meses,me he vuelto a reencontrar con "Cumbres borrascosas". No sé qué tiene esta novela, pero cuando vuelvo a ella después de un tiempo, parece siempre haber crecido. No me gusta todo aquello frente a lo que me coloca. No sé si son sus personajes al límite, la autodestrucción, la crueldad, la desesperación, incluso la locura, lo que me asusta; seguramente. Y pese a todo, es una novela imprescindible para mí. Ya he dejado de preguntarme cómo pudo la escritora dar vida a todo eso, habiendo tenido al parecer una vida tranquila y sin muchas experiencias. Supongo que leía mucho, y además creo que todos llevamos dentro el germen de lo que otro ser humano haya sido o pueda llegar a ser. El caso es que una vez más, estoy disfrutando de esos personajes increíblemente vivos, aunque vivan literalmente a tumba abierta, o precisamente por eso.

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  6. Has mencionado en tu comentario la razón de que las hermanas Brontë sean para mí unos personajes fascinantes: el increíble contraste entre una vida aislada y con pocas relaciones personales, en la que aparentemente "no sucedía nada", y la rica humanidad que inunda su literatura. Este contraste se hace difícil de comprender en el caso de Emily, que con tal valentía ahonda en lo más oscuro y violento de las pasiones humanas. Qué habría en el fondo del corazón de esta muchachita perdida en un páramo desolado, encerrada en un caserón, viendo año tras año a su alrededor los mismos rostros familiares. De dónde sacaría semejante riqueza, semejante conocimiento. Es justo lo contrario de esa vida rápida, variada, aparentemente llena, a la que tendemos todos hoy en día: nos movemos mucho, conocemos gente y lugares, viajamos, actuamos, fotografiamos, intervenimos, nos informamos, opinamos... ¿asimilamos? ¿Hacemos algo aparte de arañar a toda prisa la superficie de la realidad?

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  7. Hola Beatriz, me siento totalmente identificada con todo lo que escribiste. Descubrí Jane Eyre por una de las películas, una tarde mirando televisión en mi casa. Me gustó tanto que empecé a buscar todo lo que pude conseguir.
    Quise tener el libro, porque amo leer, y me encontré con esa hermosa cubierta del árbol. Desgraciadamente, mis ojos miraban más eso que el precio y tuve que optar por otro de mucho menos valor.
    Ahora puedo darme el lujo de comprarlo, y busqué por todas partes una opinión de este ejemplar y no puedo creer que me haya encontrado con semejante historia.
    Quisiera saber si los nombres de los personajes están en inglés y no traducidos al español; considero esto importante, porque guarda un poco la esencia de la novela. (En el libro que tengo están traducidos los nombres y... era desesperante! :))
    Te agradecería mucho si me contestaras, te felicito por tu blog! Muchas gracias!

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  8. Estoy lejos de casa y no puedo sacarte de dudas. En cuanto regrese, sacaré el libro de la estantería y te responderé. Gracias por tu felicitación. Espero verte más veces por aquí. Beatriz Olivenza.

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  9. Beatriz, gracias por tu respuesta. Al final pude averiguar y es la mejor edición que viene, los nombres están en inglés. Así que definitivamente voy a comprarlo, gracias por alentarme y por haber encontrado una opinión tan linda del ejemplar. Abrazos desde Argentina!

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  10. Gracias a ti. Sigo fuera y sin poder acceder a mi querido ejemplar de "Jane Eyre", y, aunque creía recordar que conservaba los nombres originales de los personajes, no me atrevía a asegurarlo. Espero que disfrutes de tu ejemplar tanto como yo. Un saludo y hasta pronto. Beatriz Olivenza.

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  11. Hola Beatriz, soy yo de nuevo, te comento que me compré el libro y me encanta! Vale mucho más de lo que cuesta en dinero. Muchas gracias por todo, es exactamente lo que quería. Su calidad es excelente, la traducción también. Es un libro para leer todas las veces que se quiera y para admirar, porque la portada es hermosa. Muchas gracias, un abrazo.

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  12. Por fin puedo contestarte desde mi cuenta de Google, que no me funcionaba durante el viaje y me obligó a enviar las anteriores respuestas como anónimas. Me alegro mucho de saber el final de la historia; me encanta seguirles la pista a los libros que pasan por la vida de la gente que conozco, y enterarme de la huella que dejan, tanto por el contenido como por el aspecto material. Precisamente hace unos días, reorganizando mi biblioteca, tuve en las manos mi querido ejemplar de "Jane Eyre" y me acordé de ti. Disfrútalo mucho. Un abrazo y hasta pronto.

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