LOCURAS DE ABRIL
Esta mañana, al entrar en mi blog, me he encontrado con una visita inesperada. Es algo que me gusta hacer a diario, a primera hora: consultar los contadores de visitas para descubrir novedades con respecto al día anterior; es delicioso encontrar el rastro de los visitantes nocturnos, a los que no puedo evitar imaginarme entrando en esta morada virtual de puntillas, para deambular por ella sin despertarme. Con frecuencia, por razones obvias de diferencia horaria, las horas de la madrugada son las elegidas por lectores del otro lado del Atlántico: así, la bandera de Paraguay, de Honduras, de Costa Rica, me han saludado alegremente alguna mañana al encender el ordenador. Pero lo que no esperaba bajo ningún concepto es encontrarme con la bandera que me ha asaltado esta mañana. Curioso verbo este de “asaltar”, que me ha salido sin premeditación alguna y que es, sin duda, el más idóneo. Porque este era, amigos míos, el aspecto que presentaba esta mañana mi contador de banderas:
Por unos instantes, me ha dominado la emoción. He visualizado un horizonte amplísimo, he oído la algarada de los atacantes, los gritos del asalto, el entrechocar de las armas y los cañonazos; he creído sentir en la cara las salpicaduras del agua salada. Qué no habrá suscitado en mi fantasía la visión de esa calavera y esas tibias cruzadas. Hasta que me he acordado de la fecha: primero de abril, día de bromas y locuras en el mundo anglosajón. Lástima. No ha habido tal visita de piratas a las aguas de mi blog. Con todo, antes de evaporarse del todo la ilusión, me ha surgido un último pensamiento: dado el carácter literario de este espacio, sin duda el barco visitante era el de John Silver El Largo, surcando las olas de la red en busca de su Isla del Tesoro.
Los piratas... Entiendo tu emoción. Yo la sentí este verano, visitando con mi hija la cueva del pirata Dragut en Cullera. Hay cantidad de objetos e instrumentos de navegación de la época, y hasta una maqueta de Cullera en el momento del ataque de Dragut, en la madrugada del 25 de mayo de 1550. Pero lo más sobrecogedor es la puesta en escena del ataque, con un espectáculo de luz y sonido en la propia cueva, donde hay una réplica de uno de los barcos que llevaron a Dragut a Cullera. De repente nos vimos en medio de una tormenta en plena noche, solo se escuchaba el mar y la lluvia entre trueno y trueno. Pero poco a poco comienza a oirse a lo lejos el ruido terrible de tambores, de gritos amenazadores, cada vez más cercanos, y finalmente el desembarco. Subimos los escalones que nos alejaban de aquella catarsis, casi corriendo hacia el siglo XXI, dando gracias por haber nacido en esta época. No me extraña que los piratas visiten este blog en incursiones nocturnas, lo brillante les atrae.
ResponderEliminarRealmente, es digna de análisis la fortuna que han tenido los piratas, esos desalmados históricos, en la literatura y el cine... Y más aún la atracción que ejercen en personas pacíficas como tú y yo (¿o no lo seremos tanto, en el fondo?).
ResponderEliminarEstoy dándole vueltas a tu observación desde anoche. Y la verdad es que estoy perpleja, porque comenzar este lumnioso día con la idea de los piratas rondando mis pensamientos me parece perfecto. Me pregunto quienes hubiesemos sido de nacer en otra época, en otras circunstancias, en otro continente. Todo lo relacionado con el mar me apasiona: islas abandonadas, acantilados, cuevas, fondos marinos. Reminiscencias de nuestros antepasados o ensoñaciones, pero que nos apasionemos, es lo que cuenta. Por eso veo tu contador y se dispara mi imaginación hacia mil imágenes.
ResponderEliminarY quiénes habríamos sido simplemente con nacer en otro barrio, en otra familia, con ser hombre en lugar de mujer o viceversa. Con llegar a la escuela un año antes y conocer a un compañero que cambiaría nuestras vidas. Con llegar un año después y conocer a otro que la echaría a perder. Es un tema que me apasiona. Me acuerdo ahora de una película que vi hace un tiempo, "Las vidas posibles de Mr. Nobody", que exploraba este fascinante asunto: las múltiples posibilidades que se abren ante uno cada vez que toma una decisión. Lo singular de la historia era que, en el caso del protagonista, todas esas posibilidades sucedían.
ResponderEliminarSí, la verdad es que impresiona pensar en lo azaroso que puede ser el curso de la vida. Muchas personas hablan del destino. Puede que sea una forma de buscar seguridad, o de quedar conforme con los errores, propios o ajenos, que nos han marcado la vida. Puede que lo único importante sea lo que dice un personaje de Auster, en Brooklyn Follies. Creer en la vida, pero creer de verdad. Para no ser un cretino. Leyendo libros así es difícil no creer, la verdad.
ResponderEliminarMe encanta el título de esta entrada. Locuras de abril. ¿Quiénes son tus locos favoritos en las historias que has leído Bea?. ¿Y en el cine?. ¿Qué locuras reales o imaginarias te han inspirado más admiración, o ternura, indulgencia, estupor?. ¿Y de todas ellas, con qué locura te quedarías?. Y ya puestas, un cuadro con una hermosa locura digna de inmortalizarse. De esas que, sea cual sea su motivo y su final, redimen de alguna forma a quien las contempla.
ResponderEliminarTengo la impresión de que me acaban de arrojar un guante que me apresto a recoger. Tres guantes, para ser exactos: los locos en la literatura, los locos en el cine, los locos en el lienzo. Menudo desafío. Mi cerebro ya está empezando a trabajar a toda velocidad. Pero esto da no para una, sino para varias entradas. De la primera de ellas, adelanto ya el título: "Locos de papel". Continuará.
ResponderEliminarLocos de papel. Qué maravilla. A la espera de estas locuras vamos disfrutando de estas dulces tardes perfumadas, también promesa de otras más calurosas, ratos sin prisas con amigos, noches llenas de estrellas, y vacaciones de verano.
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