UN ADIÓS POSTERGADO
El lunes pasado nos despertamos con la noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa. En las biografías que pululan por la red aparece como fecha de su muerte el domingo 13 de abril; no me voy a poner puntillosa en cuestiones temporales cuando hay un océano y unos cuantos husos horarios de por medio. Lo que sí puedo señalar es el dato curioso de que han pasado cinco (o seis) días y solo ahora me animo a escribir estas líneas para recordarlo. Tras lanzarme en los últimos tiempos a glosar las partidas de un buen número de escritores, directores de cine o actores, me he demorado casi una semana en escribir esta entrada dedicada al último gigante de la generación del boom. Es cierto que en breve se cumplirá el primer aniversario de la muerte de Paul Auster y aún no he sido capaz de escribir al respecto, pero el motivo es otro. En el caso de Auster, la pena que sentí por su marcha me dejó sin palabras. Sigo sin encontrarlas. O tal vez opera en mí un mecanismo infantil: si no menciono su m...