LECTURAS DE AGOSTO (2025)
Philippe Claudel abre el telón de su más reciente propuesta narrativa en un punto indeterminado del imperio austrohúngaro, en el último tercio del siglo XIX. Y digo que «abre el telón» de forma consciente, porque lo que aparece frente al lector desde los primeros párrafos de El crepúsculo es un escenario teatral habitado por criaturas que rozan lo esperpéntico, descritas por su creador con una mezcla de desapego y furiosa expresividad. Claudel está en lo alto, dominando los hilos de la trama y las almas de sus personajes, habitantes de un mundo oscuro y no del todo real que, sin embargo, nos habla de la realidad de forma harto elocuente. Sentado en el patio de butacas, el lector asiste a las evoluciones de estos seres de rasgos exagerados que tejen entre todos, con sus defectos y debilidades, con sus vicios y miserias, una trágica farsa. Como ya sucedía en obras anteriores del autor — Almas grises y El informe de Brodeck —, Claudel nos lleva muy lejos, a los territorios impr...