VIDA NORMAL
—Haga usted vida normal. Cuando el médico pronuncia estas palabras, el paciente tiene la ilusión de encontrarse ante un juez que lo acaba de librar de la más terrible de las sentencias. El paciente-reo puede volver a la normalidad: no va a quedar impedido de por vida, limitado en sus funciones vitales básicas. Volverá a ser un individuo autónomo y en uso de sus facultades. Y, sobre todo: va a salir de esta. Su existencia ha sufrido una breve inflexión, pero se despliega de nuevo frente a sus ojos como un invitador camino sin explorar. Todo eso está contenido en un sintagma tan vulgar en apariencia. Qué poco emocionante, qué imperdonablemente anodino, pero qué trascendental de pronto. Vida normal. Dos simples palabras que constituyen una sentencia exculpatoria. Entonces, el médico repite su consigna con una leve modificación. —Vaya usted haciendo vida normal —dice. Y añade—: En cuanto pueda. En cuanto pueda. El reo recién puesto en libertad, al que le cuesta un pequeño triunfo l...

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