Es posible que muchos de los que no
reconozcamos el nombre de Elliott Erwitt sí conozcamos en realidad a este
fotógrafo jovial e ingenioso, autor de un buen número de imágenes icónicas que
forman parte de la cultura popular. Yo lo amaba sin saberlo por ser el
responsable de una de mis portadas de disco favoritas: la del LP The first
of a million kisses, del grupo británico Fairground Atracttion, en
la que puede verse la deliciosa imagen de una pareja que se besa reflejada en
un espejo retrovisor. Seguro que los que leen estas líneas habrán contemplado
alguna vez uno de los retratos de Marilyn Monroe o del Che Guevara realizados
por él. La Fundación Canal de Isabel II nos da la oportunidad de poner el
nombre de su autor a esas fotografías que forman parte de nuestras vidas a
través de la exposición Elliott Erwitt. La comedia humana.
La muestra está organizada en torno a
tres núcleos temáticos (personas, animales y formas) y recorre la carrera de
este fotógrafo prolífico desde los años cuarenta hasta finales de los setenta
del siglo pasado. Excepto trece ampliaciones, el grueso de la exposición se
compone de impresiones de pequeño formato, herramientas de trabajo que Erwitt
manipulaba con vistas a su publicación en libros y revistas. Es quizá este
detalle lo que hace de la exposición más una puerta abierta al conocimiento de
una carrera fotográfica llena de interés que una muestra que permita disfrutar
en vivo de algunas de sus obras representativas. Muchas de esas pequeñas
fotografías expuestas se habrían merecido una copia en gran formato que permitiera
a los espectadores disfrutar de su belleza, su oportunidad y su frescura. Son
las ampliaciones las que inevitablemente se llevan la atención del visitante. Seguramente
por ello he elegido comentar tres de ellas, pertenecientes a las distintas secciones
temáticas.
Esta preciosa imagen tomada en Nueva
York en 1953 reúne dos elementos de interés para Erwitt: los niños y los
animales. Los seres pequeños y vulnerables son objeto de atención para el
fotógrafo, que con frecuencia sitúa su objetivo a un nivel bajo, disminuyendo
la estatura de quien observa e integrándolo en ese mundo de criaturas que se desenvuelven
a ras de suelo. Enclavada en la sección Personas, esta fotografía de
delicada iluminación nos sitúa en un territorio de intimidad, en el que las
miradas cruzadas de los tres protagonistas —humanos y felino— tejen un entramado
de afecto y cuidados mutuos.
La mirada humorística de Erwitt y su sentido
de la oportunidad confluyen en esta fotografía realizada en Hungría en 1966 y
que forma parte de la segunda sección de la muestra, Animales. El
divertido paralelismo entre las jovencitas ataviadas a la manera tradicional y
el ordenado grupo de gansos crea un efecto cómico indudable. Siempre me ha
fascinado la capacidad de estos maestros de la fotografía analógica para
apretar el botón de la cámara en el momento adecuado. Erwitt está, qué duda cabe,
dotado de esa habilidad. Su rapidez y su pericia le sirven para inmortalizar a
los dos grupos, el humano y el animal, avanzando en formación casi
coreográfica. Nos parece huir el bullicio de ambos, una mezcla de risas y
graznidos, que nos deja con una sonrisa en los labios.
La tercera sección de la muestra, que
lleva el título de Formas, recoge distintos ejemplos de la capacidad de
Erwitt para reducir la realidad a sus líneas compositivas y desgajadas de su
entorno. En este ejercicio, el fotógrafo deja testimonio de divertidos
hallazgos visuales o se fija en detalles llenos de sugerencias, como sucede en
esta imagen tomada en Jacksonville, Florida, en 1968. Se trata de una
fotografía de apabullantes sencillez y expresividad: una puerta que ocupa toda
la superficie, una ranura que al abrirse rompe la perfecta simetría de los batientes
cerrados y una mano que asoma de la oscuridad son elementos suficientes para suscitar
la curiosidad, la expectación y quién sabe si un poco de inquietud en quienes
la contemplan. A mí me parece que sería una excelente imagen de cubierta para
una obra literaria. Una invitación a mirar, a leer, a entrar en un ámbito nuevo:
ese viaje a lo desconocido que supone asomarse a una obra de arte.
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