VERANO, PUNTO FINAL

Desde hace años, percibo un determinado momento de la última semana de agosto como el que marca el término del verano. Una lluvia repentina, un viento que empuja las nubes, una hoja que vuela desde un árbol para venir a aterrizar a mis pies, me dicen más de la estación que se marcha que los fundamentados datos de los astrónomos. Los calendarios se esfuerzan en vano en señalarme mi error. Según leo, el equinoccio de otoño se producirá este año en el hemisferio norte el 23 de septiembre a las 6:49 de la mañana. El verano que entonces llegará a su fin habrá durado exactamente noventa y tres días, quince horas y cincuenta y dos minutos. Para mí, ser subjetivo y acientífico donde los haya, será una estación muerta y enterrada desde hará casi un mes. Para ser exacta, desde el 29 de agosto a las 21:23. Lo sé porque esa fue la hora en que, según me indica mi móvil, saqué una fotografía. 

Lo que en esta imagen se ve y se imagina a partes iguales es el panorama que he podido contemplar desde mi ventana en los últimos días de este agosto que se despedirá en unas horas. Se trata de un hermoso valle asturiano que durante mi estancia ha transitado desde el luminoso verdor estival hasta la melancólica suavidad de la lluvia fina y constante, o lo que es lo mismo, desde el rabioso verano hasta el presagio del otoño. El último anochecer antes de mi partida, me asomé a la ventana para despedirme del valle y me encontré con que la niebla descendía desde las cumbres de las montañas para cubrir el paisaje con sus dedos largos y blancos. Los árboles recortaban sus siluetas en la masa lechosa con la ingenua definición de esas hojas que de niños pegábamos en nuestros cuadernos para la clase de ciencias naturales. Sobre las cimas de los montes, unas nubes galopaban como caballos encabritados. En la oscuridad creciente que se había tragado ya la parte inferior del paisaje, quedaba solo un resquicio de luz, resistente como un faro: una casita cuya fachada iluminada hablaba de vida, de refugio, de intimidad. Pensé: el verano se marcha, pero deja una luz detrás de él. Saqué mi móvil e hice una fotografía. Punto final del verano. Confío en que esa luz que nos guía hacia el otoño permanezca encendida.

Comentarios

  1. Magnífica fotografia. A la lista de los fenómenos que anuncian el fin del verano, me temo que hay que añadir uno: las inundaciones...perdón por la puntualización

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  2. Por desgracia, así es. También las tormentas amenazadoras: hace un par de madrugadas, según lo que me han contado varias personas, los truenos eran tan continuos que se solapaban unos con otros, formando un retumbar único y continuado. No puedo evitar que se me dispare la imaginación. Esa bramar de la naturaleza me parece un mal augurio digno de la primera escena de un drama shakespeariano.

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