LECTURAS DEL PASADO INVIERNO (2020)
Escocia, segunda mitad
del siglo XIX. Una diminuta aldea de las Tierras Altas (“diminuta”
literalmente: tan solo seis casas) se ve sacudida por un atroz crimen cometido
por uno de sus habitantes. A requerimientos de su abogado, el asesino, un joven
de dieciséis años, escribe sus memorias para explicar lo que le ha llevado a
cometer un acto tan extremo. Este es el punto de partida de Un plan
sangriento, otra de las gratas sorpresas que me ha deparado en el 2019 la
editorial Impedimenta. A partir de ahí, Graeme Macrae Burnet reconstruye lo
sucedido mezclando distintas perspectivas, pero sin servirse nunca de sus privilegios
de autor que lo sabe todo sobre sus criaturas. Conocemos los hechos en la
versión del acusado, de los vecinos que no estuvieron presentes, de los
investigadores que viajan hasta su aldea para intentar comprender lo ocurrido,
de los testigos que declaran en el juicio. Esta visión múltiple le permite al
novelista ir más allá del simple relato criminal para realizar una profunda
reflexión sobre la cordura, los límites de la culpa, las durísimas condiciones
de vida de los desfavorecidos y la influencia que estas tienen sobre sus actos.
Un elemento añade inquietud a este impresionante retrato de un personaje y su
entorno: la coincidencia del apellido del autor con el del criminal
protagonista. Uno avanza por estas páginas tan estremecedoras ―al menos así me
ha sucedido a mí― con la sospecha de que se trata de la historia verídica de un
antepasado del escritor. La incertidumbre se despeja, al parecer, en la
contraportada del libro en papel; la lectura en formato electrónico deja sin
resolver esa incógnita que yo tampoco despejaré aquí. Es parte del juego y del
impacto de esta obra de realismo sobrecogedor.
«Un tiempo en el que se
sabe todo y no se entiende nada». Así define la vida
moderna la voz narrativa que abre la novela de Toni Morrison Amor. Se
trata de L., una vieja cocinera que ha presenciado la evolución de las
costumbres de su localidad natal, en estrecha relación con el esplendor y ocaso
de un emblemático hotel y de la familia de su fundador, el difunto Bill Cosey.
La figura formidable del patriarca sigue planeando sobre el presente años
después de su muerte. Un presente marcado por la decadencia, el peso
insoportable del pasado, el recuerdo de unas relaciones familiares tortuosas y
el rencor, reverso inevitable del amor que da título a la novela. Todo ello
crea el profundo vínculo que une a las dos supervivientes del clan Cosey, viuda
y nieta respectivamente del cabeza de familia. Aisladas en el caserón familiar,
disputándose la herencia material y sentimental de aquel gigante,
imprescindibles la una para la otra a base de pasarse facturas de antiguas
deudas, estas dos ancianas son el eje sobre el que pivota el universo de esta
novela, una envolvente recreación de una sociedad sacudida por los conflictos
raciales y la confrontación entre generaciones. Lo personal y lo social se
mezclan así de forma indisoluble en una historia narrada con la prosa poderosa
e hipnótica de una escritora sorprendente. Todo un descubrimiento para mí.
«De golpe, ya no formaba
parte del conjunto». Esta es la terrible sensación que asalta una mañana
a Gregor Keuschnig, el protagonista de El momento de la sensación
verdadera de Peter Handke. Tras tener un extraño sueño en el que asesina a
una anciana, Keuschnig siente al despertar que todo ha cambiado de una manera
que no puede comprender y que su vida es un extraño proceso del que no se
siente partícipe. Es inevitable recordar la angustia vital que se desprendía de
La náusea de Sartre, o la sensación de no pertenencia del personaje
principal de El extranjero de Camus, o, por supuesto, la incomprensible
transformación de Gregor Samsa ―otro Gregor, igual que el personaje de Handke―
en un ser al margen de todo en La metamorfosis de Kafka. Curiosamente, a
pesar de todos esos referentes, la lectura de esta obra de Peter Handke no se
parece a nada: seguir durante un par de días la evoluciones de un personaje con
tal grado de extrañamiento y de desconexión con la realidad, intentar
comprender su aberrada percepción de los elementos más cotidianos, es una
experiencia a la vez ardua y alucinante para el lector. Sin concesión alguna al
sentimentalismo ni a la lógica, Handke nos hace transitar por un territorio
inhóspito e incomprensible, que nos repele y nos intriga a partes iguales. Como
decía antes, una peculiar experiencia de lectura, casi un reto personal, no
apto para todos los paladares.
Visto y no visto: así ha
sido mi lectura de esta novela de suspense de Joyce Carol Oates. La camaleónica
autora estadounidense se hace en esta ocasión con elementos clásicos de la
intriga ―la doble personalidad, el enemigo amenazador que conspira en la
sombra, las incursiones furtivas en territorio ajeno para localizar una prueba
clave― para construir esta trama ingeniosa y dinámica en la que, en un
divertido guiño de complicidad, se incluye como personaje al maestro del
género, Stephen King. Rey de Picas es el seudónimo que utiliza el
protagonista, un afamado escritor de novela negra, para dar rienda suelta a sus
impulsos más sombríos e inconfesables a través de libros de un realismo sórdido
que jamás se atrevería a firmar con su auténtico nombre. Desde la primera
línea, uno se siente impelido a avanzar sin tregua por la peripecia de este
personaje cuya doble vida ―uno lo sospecha desde el principio― no va a tardar
en descontrolarse. Bien construida, llena de humor y escrita con un lenguaje
escueto y expresivo, esta novela me ha ofrecido uno de los placeres más básicos
para un lector: la necesidad de ―literalmente― devorármela. Pero, como no
podría dejar de suceder en una obra de Oates, bajo el juego y la diversión se
abren paso pensamientos más hondos: el lastre del pasado, los impulsos oscuros
que intentamos mantener bajo control, la falsedad de las existencias convencionales
cuyo orden aparente resulta estar levantado sobre arenas movedizas.
El tiempo es para Siri
Hustvedt una carretera de dos direcciones en esta obra de singular título. Pero
el título no es lo único original en ella: Recuerdos del futuro es un libro
de difícil clasificación, mezcla de novela y de memorias de una época muy
limitada ―apenas un año― de la juventud de la escritora, reconstruida a través
de recuerdos y de escritos rescatados de su diario y de un libro primerizo.
Conocemos así a S. H., el alter ego juvenil de la autora, una
veinteañera recién llegada a Nueva York; la vemos ilusionada con sus proyectos
narrativos, deambulando por la metrópoli primero en solitario y pronto
acompañada por sus nuevas amistades, intrigada por la misteriosa personalidad
de una vecina cuyas palabras le llegan a través de un tabique y que son un
acicate para su imaginación. Leemos fragmentos de sus escritos, somos invitados
a curiosear en sus diarios, contemplamos sus dibujos, pero, sobre todo ―y esto
es lo más atractivo del libro― presenciamos su confrontación con una S. H.
madura en la que reconocemos, con ligeras variantes, a la Siri Hustvedt actual,
empeñada en recuperar los cabos sueltos de la memoria, en comprender a aquella
escritora principiante que le resulta al mismo tiempo familiar y ajena. Un
viaje de ida y vuelta a los terrenos mágicos de la juventud, en un hermoso
juego en el que lo mismo la mujer madura evoca a la joven que la joven parece
presentir a la adulta en la que se convertirá. Todo esto, por supuesto,
maravillosamente bien escrito. Pero eso, en esta autora y a estas alturas, no
es ninguna novedad.
No
es la primera vez que alguien me sugiere la lectura de una novela de David
Foenkinos. Ignoraba el motivo hasta que me contaron el planteamiento de Hacia
la belleza: un eminente profesor de Arte abandona de forma imprevista su
tarea docente para optar a un puesto de conserje en el Museo de Orsay. Allí,
rodeado de Modiglianis, deja pasar sus días en medio del silencio y el aislamiento,
rehuyendo todo contacto humano, hasta que alguien de su pasado lo localiza y su
vida anterior vuelve a imponerse. Conocer el comienzo de la historia y desear
saber el resto fue todo uno, así que me hice con la novela de inmediato. He de
reconocer que la forma de narrar de Foenkinos no me entusiasma, pero tiene la
virtud de tratar temas que me conmueven y me atrapan. Hacia la belleza habla de los remordimientos, de la
vulnerabilidad, del pasado que aniquila el presente, de la imposibilidad de la
huida y, por supuesto, del poder redentor de la belleza. El hermoso y triste
retrato de Jeanne Hébuterne, amante de Modigliani, que preside la sala del
museo en que se desarrolla parte de la acción, es una perfecta síntesis del
espíritu de la novela. La imagen del profesor abstraído en su contemplación
desde su puesto de conserje es inolvidable.
El
mapa del tiempo es la primera
entrega de la Trilogía victoriana del novelista Félix J. Palma, quien,
en un acto de amor que roza el fetichismo, nos sumerge en el Londres de los
años ochenta del siglo XIX, un Londres poblado por los elementos más
reconocibles ―y queridos― para los fascinados por dicho periodo: Scotland Yard,
Jack el Destripador, las prostitutas de Whitechapel, el Hombre Elefante, la
pesada niebla emergida del Támesis y, sobre todo, el interés por los viajes a
través de la cuarta dimensión que suscitó el escritor H. G. Wells con su
popular novela La máquina del tiempo. Para los que nos hemos devorado
literalmente a los autores ingleses de esa época y nos fijamos sin remedio en
toda película o serie ambientada en el Londres victoriano, la propuesta es
irresistible. Con soltura y sentido del humor y ejerciendo de maestro de
ceremonias más que de narrador, Félix J. Palma despliega frente a nosotros esta
colección de grandes hitos y nos adjudica como guía a H. G. Wells, convertido
en investigador a su pesar, quien nos introducirá en varios enredos derivados
de la ruptura del carácter lineal del tiempo. Podemos dejarnos llevar por el
simple disfrute de la enrevesada trama o seguir al narrador en sus divertidas y
nada solemnes reflexiones sobre las paradojas temporales, los universos
paralelos, ese otro yo que emprende un camino distinto al nuestro y del
que nos separamos cada vez que realizamos una elección en nuestras vidas. Puro
juego.
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