LAS PALABRAS DEL COMENDADOR
Me
gusta devolver a la biblioteca los libros prestados antes de que llegue la
fecha límite. Lo hago siempre que puedo. Me parece una forma de concederle una
pequeña alegría a algún lector desconocido, sobre todo en el caso de títulos
que cuentan con una larga lista de espera. Y es que no puedo evitar considerar
a los amantes de la lectura, incluidos aquellos a los que no conoceré nunca,
como miembros de una hermandad universal a la que pertenezco.
Hace
unos días devolví el libro segundo de La muerte del comendador de
Murakami a la biblioteca digital de la que lo tomé prestado al comienzo de las
vacaciones. Algún lector que lo esperaba pacientemente desde hace bastante, como
me tocó hacer a mí en su momento, se habrá llevado una grata sorpresa al ver
que se acortaba el plazo previsto. Ha sido fácil: la combinación de tiempo
libre y necesidad perentoria de saber cómo continuaba la historia me ha llevado
a dinamitar mi récord de velocidad en la lectura de este autor. Ahora casi
lamento que la felicidad haya sido tan efímera.
Para
consolarme, reúno aquí las frases que he subrayado en las dos partes de este
libro que acabo de terminar. Su destino inicial era la sección Libreta de
lectora de este blog, pero me ha parecido poco adecuado que un solo autor la monopolizara durante semanas. De manera que aquí están, reunidas en esta entrada.
Nos hablan de lo íntimo y lo oculto, de la oscuridad que nos acecha, de la
necesidad de crear y de creer. De lo inefable, para lo cual Murakami sabe
encontrar la formulación más certera.
Se ha marchado el comendador y lo echo de menos. Tendré que consolarme con sus palabras.
Se ha marchado el comendador y lo echo de menos. Tendré que consolarme con sus palabras.
«Todavía faltaba algo.
Faltaba algo que tenía que existir que reclamaba la legitimidad de su ausencia.
Las cosas que no existían golpeaban por dentro el vidrio que separaba la
existencia de la no existencia, y a mí me llegaba aquel grito sin palabras».
«Lo importante no es
crear algo desde la nada, sino, más bien, encontrar algo distinto entre lo que
ya existe».
«Tal vez los desvanes
existían para que la gente pudiera esconder allí los secretos de sus
corazones».
«Era
un día extraño. Me sentía incapaz de determinar si caminaba hacia delante,
hacia atrás o si daba vueltas alrededor del mismo punto».
«Todo
a su alrededor estaba oscuro y una oscuridad aún más profunda estaba por
llegar».
«Es
posible que no haya nada absolutamente cierto en este mundo, pero debemos creer
en algo».
Comentarios
Publicar un comentario