ENGAÑOSO BUEN TIEMPO
Está en todas las conversaciones: la primavera
ha llegado este año en el mes de febrero.
El hombre o mujer del tiempo nos lo explica
cada mañana en el telediario, haciendo expresivos gestos frente a un mapa de
España cubierto con una rotunda letra A. Es el anticiclón que impide la llegada
de lluvias y que lleva más de un mes manteniendo nuestros cielos en un estado
de increíble apertura, sin una nube en el horizonte. Las terrazas de bares y
cafés, las explanadas verdes de los parques, son igualmente elocuentes, con su
esplendor de ociosos disfrutando al aire libre. Qué decir de los almendros y
cerezos, florecidos ya desde hace semanas. Algunos nos ponemos evocadores y
recordamos aquellos tiempos de estudiantes en que días así nos impedían acudir
a las aulas y nos reclamaban desde rincones más sugestivos de la ciudad. Los
vecinos, al cruzarnos en escaleras y portales, lo incorporamos a nuestro saludo
habitual: aproveche usted, que hace muy buen tiempo. Ni rastro de las
inclemencias de febreros pasados, de los días ventosos, los puertos cerrados
por nieve, los aeropuertos con incidencias por el mal tiempo.
Mal tiempo, buen tiempo. Ya está aquí nuestro idioma con sus expresiones apreciativas. Hoy me asomo a la ventana y veo la terraza del bar de enfrente abarrotada de turistas, el cielo despejado y las ramas de los árboles en la mayor de las inmovilidades: buen tiempo. Otros años, a estas alturas, el viento nos saludaba al salir del portal y teníamos que subirnos la solapa del abrigo para combatir su inhóspito abrazo: mal tiempo. Más aún: tiempo de perros. Pobres perros.
Me resisto a estas trampas del idioma. Igual
que otros se resisten a los plurales inclusivos y bifurcan su discurso en una
constante atención a alumnos y alumnas, compañeros y compañeras, todos y todas.
Me niego a llamar buen tiempo a este simulacro del mes de mayo, a este
esplendor solar fuera de fecha que abarrota nuestras playas, a este
florecimiento impropio de las plantas, a este airecillo primaveral que nos
halaga y entontece. Me niego a llamar mal tiempo al invierno que proclaman los
calendarios, al viento que limpia nuestros cielos, al aire frío que nos
revitaliza, a la lluvia necesaria.
Tendré tal vez que inventar un nuevo nombre
para este desconcertante y engañoso buen tiempo.
¡Bendito mal tiempo!... ese que hace cuando toca, aunque fastidie... ¡cuanto te echo de menos!
ResponderEliminarYo también lo echo de menos... Desde que escribiste tu comentario hasta hoy que te puedo responder, hubo un día de lluvia que me hizo concebir ilusiones. Pero aquí está de nuevo el cielo despejado, sin fisuras ni concesiones.
EliminarPor aquí estamos así, con ese "buen tiempo" desde octubre... De momento nos hemos perdido el invierno. Qué le vamos a hacer. Espero tu nuevo nombre...
ResponderEliminarUn abrazo
No sé dónde vives, Luz, pero la idea de saltarme el invierno no me gusta en absoluto. Sigo buscando nuevo nombre para este mal-buen tiempo. Admito sugerencias.
EliminarJajaja Beatriz, vivo en Tenerife, aunque somos familia suiza. Vaya mezcla :)
ResponderEliminarDesde Octubre suele empezar alguna que otra tormenta y lluvia. Noviembre y Diciembre suelen ser también algo invernales. Enero nos da bastante sol y febrero temperaturas bajas, sobre los 14, 16 de mínima.
Pero el invierno de 2018 y principios de 2019, se han empeñado en no querer dar la cara y para delicia de los turistas que les gusta la playa y estar al sol, se ha quedado un veranito con muy poca lluvia y un febrero con temperaturas algo bajas aunque por la noche generalmente.
Así que creo que sí, tendrás que seguir buscando a ver si alguien te da una idea. :)
Abrazos