DESTELLOS
Encontrar
tiempo para escribir en este espacio me resulta casi una proeza en los últimos
tiempos (¿por qué el mes de febrero me viene siempre así, húmedo, desapacible y
atareado?). Me limitaré por ello a reflejar aquí un breve destello poético que
me ha sorprendido en los últimos días. El avance implacable del reloj no me da
margen para nada más.
En
una entrada del mes pasado titulada Versos
esenciales, me refería a un relato de Lucia Berlin en el que un personaje
proponía a la protagonista buscar versos que encerraran la esencia de la vida.
Entre los que esta última recordaba, figuraba uno impactante del poeta
británico Dylan Thomas: «No entres dócilmente en
esa noche quieta».
Apenas unos días después de escribir la entrada a
la que me acabo de referir, me encontré con el mismo verso en una obra de corte
bien distinto, La carne de Rosa
Montero. Una de esas felices casualidades que de vez en cuando nos brinda la
literatura. Su protagonista, una mujer de sesenta años que se deja llevar por
la pasión con la misma intensidad que en su juventud (¿es que hay alguna
diferencia?, parece preguntarse la autora, y yo con ella) está pasando por el
amargo trance de ver como su último amante ―tal vez el último que le deparará
la vida― se aleja para siempre. La temida sensación de vejez se le hace de
pronto corpórea, palpable. Y alcanza una formulación estremecedora en este
pasaje del poeta galés: «No entres dócilmente en
esa larga noche, / la vejez debería arder y enfurecerse al concluir el día, /
rabia, rabia contra la muerte de la Luz».
Estoy leyendo Bullet Park de John Cheever, un momento de la historia estan reunidos el matrimonio su hijo de diecinueve años y una viuda de guerra con la que el hijo ha pasado la noche anterior y a la que invita a comer con sus padres, la situacion es muy tensa, y en un momento de la reunion ella cita a Dylan Thoimas y yo que conocia su nombre pero no su obra me he puesto esta tarde a buscar algunos de sus poemas. De repente voy a tu blog sin ninguna intencion y me encuentro con esta entrada y este potente y escalofriante poema que he terminado de leer. Y Dylan Thomas tiene razon yo quiero enfurecerme y rabiar contra la muerte de la luz. Gracias Beatriz como siempre es algo más que un placer leerte.
ResponderEliminarGracias a ti, Marga, por contar esta bonita casualidad. Aquí va otra: hace unas semanas vi "Interstellar", la película de Christopher Nolan, y me encontré con que el personaje interpretado por Michael Caine recitaba en varias ocasiones un verso que me resultaba conocido. Apenas terminó la película, lo identifiqué: "No entres dócilmente en esa larga noche". La poesía nos rodea, si estamos dispuestos a prestarle oídos.
ResponderEliminarGracias a ti también. Es un placer leer tus comentarios.