TRÍPTICO
En
mi doble condición de amante del arte y la literatura, me fascinan los cuadros
que traen aparejada una historia. Casi todos, en realidad, la llevan consigo:
es una simple cuestión de rascar. Pero en algunos casos, como el que me
dispongo a relatar a continuación, las historias están tan a la vista del
espectador como los colores sobre el lienzo.
Todo empezó con un regalo. Una preciosa libreta (los que me conocen bien suelen regalarme agendas y cuadernos de todo tamaño y clase; no creo necesario explicar por qué) que una buena amiga me trajo de Italia. En su portada aparecía un cuadro para mí desconocido, que me atrajo inmediatamente por la actitud de los dos personajes en él representados y por la delicadeza de sus colores. Es, por descontado, el que acompaña a estas líneas. ¿Qué se ocultaba tras la furtiva conversación de estas dos mujeres? ¿Adónde se dirigía la recelosa mirada de la dama del vestido oscuro? Por más que busqué una explicación en el título del cuadro o en el nombre de su autor, no encontré ninguno de esos datos en parte alguna de la libreta. Empecé así una infructuosa búsqueda por Internet. Resulta entre divertido y angustioso ese desesperado intento de ordenar el mundo que llevamos a cabo cuando introducimos palabras en un buscador. Yo inicié mis pesquisas escribiendo algo así como: cuadro – Venecia – mujeres – antifaz. Ni que decir tiene que encontré muchas cosas, algunas interesantes y agradables, pero ninguna era la que estaba buscando.
Un nuevo sondeo por la red, esta vez basado en datos más fiables, me llevó a reconstruir la historia completa. Descubrí que el cuadro de Hayez, pintado en 1851, recrea un poema de su amigo Andrea Maffei en el que se narra un episodio ambientado durante la entonces reciente dominación austriaca en Italia. En él, una mujer anima a su amiga a tomar venganza de un amante infiel, acusándolo de traición al poder invasor. Il consiglio alla vendetta reproduce, por tanto, el instante en que María escucha los consejos de la intrigante Raquel y duda si debe o no tomar la carta de delación que esta le ofrece. Uno podría estar contemplando esta imagen eternamente sin llegar a ninguna conclusión sobre el desenlace de la historia: la mirada airada de María contrasta de tal forma con el gesto de su mano, que aparta la misiva delatora, que uno no sabe qué conclusión sacar. ¿Se aprovechará finalmente esta hermosa dama de la oleada de cobardes delaciones para tomarse la revancha de un desengaño sentimental? Francamente, yo pensé que nunca lo averiguaría. Pero otra vez entran en juego una búsqueda por Internet y una nueva sorpresa.
Il consiglio alla vendetta no es una pintura aislada en la producción de
Hayez, sino que forma parte de una trilogía; hasta en eso tiene un carácter
literario. Porque resulta que tres años antes, en 1848, este pintor había
realizado otra obra que recreaba un momento distinto de la misma historia. Se
titula La accusa segreta, y recoge el
momento en que María se acerca con su carta delatora al buzón en forma de león
(que aparece de perfil a la izquierda del cuadro) en el que habitualmente se
entregaban de forma anónima tales misivas. Aun así, viendo la expresión
atormentada de la mujer, nos cabe la duda de si finalmente se arrepentirá a tiempo
y no cometerá la infamia que la ha llevado hasta allí. Al menos yo, como
espectadora del cuadro y de la historia, así lo deseo. La incógnita nos la
despejará la tercera pieza del tríptico.
La imagen que se puede conseguir de este cuadro carece de la brillantez de las dos anteriores. Se trata de una foto antigua, porque se desconoce el paradero actual de Vendetta di una rivale o Le veneziane, pintado en 1853. En él, María, siempre acompañada de su fiel Raquel, se dispone a entablar conversación con un grave personaje, sin duda el encargado de recibir las denuncias. María lleva la carta apretada contra el pecho y está a punto de establecer contacto con tan solemne individuo, que se encuentra abstraído en la lectura de otro documento. La delación parece inevitable. Hasta los más optimistas –me cuento entre ellos- nos rendimos a la evidencia: qué cosas terribles se llegan a hacer por amor. Pero a estas alturas, la historia de la despechada María y su incondicional Raquel ha dejado de interesarme, animada como estoy por una nueva incógnita: ¿Por qué está en paradero desconocido este último cuadro de Hayez? ¿En qué muro particular estará colgado, o en qué almacén dormirá el sueño de los olvidados? Hasta el momento, mi correspondiente búsqueda en la web no ha dado resultados. Pero esta, no cabe duda, es ya una historia distinta.
Todo empezó con un regalo. Una preciosa libreta (los que me conocen bien suelen regalarme agendas y cuadernos de todo tamaño y clase; no creo necesario explicar por qué) que una buena amiga me trajo de Italia. En su portada aparecía un cuadro para mí desconocido, que me atrajo inmediatamente por la actitud de los dos personajes en él representados y por la delicadeza de sus colores. Es, por descontado, el que acompaña a estas líneas. ¿Qué se ocultaba tras la furtiva conversación de estas dos mujeres? ¿Adónde se dirigía la recelosa mirada de la dama del vestido oscuro? Por más que busqué una explicación en el título del cuadro o en el nombre de su autor, no encontré ninguno de esos datos en parte alguna de la libreta. Empecé así una infructuosa búsqueda por Internet. Resulta entre divertido y angustioso ese desesperado intento de ordenar el mundo que llevamos a cabo cuando introducimos palabras en un buscador. Yo inicié mis pesquisas escribiendo algo así como: cuadro – Venecia – mujeres – antifaz. Ni que decir tiene que encontré muchas cosas, algunas interesantes y agradables, pero ninguna era la que estaba buscando.
Entonces
intervino mi amiga, con la que no había vuelto a hablar del tema. Muy extrañada
de que en la libreta no figurasen los datos de la pintura, me explicó que la
había comprado en una exposición en la que se exhibía dicho cuadro, cuyo autor
es el pintor italiano del Romanticismo Francesco Hayez. Recurriendo al
folleto, que aún conservaba, me informó del título: Il consiglio alla vendetta. Esto terminó de disparar mi
imaginación. ¿Qué venganza es la que se está fraguando frente a las tranquilas
aguas del canal veneciano? No cabe duda de que la joven del antifaz en el
rostro es la que induce a su acompañante a tomar venganza, pero, ¿de quién y
por qué?
Un nuevo sondeo por la red, esta vez basado en datos más fiables, me llevó a reconstruir la historia completa. Descubrí que el cuadro de Hayez, pintado en 1851, recrea un poema de su amigo Andrea Maffei en el que se narra un episodio ambientado durante la entonces reciente dominación austriaca en Italia. En él, una mujer anima a su amiga a tomar venganza de un amante infiel, acusándolo de traición al poder invasor. Il consiglio alla vendetta reproduce, por tanto, el instante en que María escucha los consejos de la intrigante Raquel y duda si debe o no tomar la carta de delación que esta le ofrece. Uno podría estar contemplando esta imagen eternamente sin llegar a ninguna conclusión sobre el desenlace de la historia: la mirada airada de María contrasta de tal forma con el gesto de su mano, que aparta la misiva delatora, que uno no sabe qué conclusión sacar. ¿Se aprovechará finalmente esta hermosa dama de la oleada de cobardes delaciones para tomarse la revancha de un desengaño sentimental? Francamente, yo pensé que nunca lo averiguaría. Pero otra vez entran en juego una búsqueda por Internet y una nueva sorpresa.
La imagen que se puede conseguir de este cuadro carece de la brillantez de las dos anteriores. Se trata de una foto antigua, porque se desconoce el paradero actual de Vendetta di una rivale o Le veneziane, pintado en 1853. En él, María, siempre acompañada de su fiel Raquel, se dispone a entablar conversación con un grave personaje, sin duda el encargado de recibir las denuncias. María lleva la carta apretada contra el pecho y está a punto de establecer contacto con tan solemne individuo, que se encuentra abstraído en la lectura de otro documento. La delación parece inevitable. Hasta los más optimistas –me cuento entre ellos- nos rendimos a la evidencia: qué cosas terribles se llegan a hacer por amor. Pero a estas alturas, la historia de la despechada María y su incondicional Raquel ha dejado de interesarme, animada como estoy por una nueva incógnita: ¿Por qué está en paradero desconocido este último cuadro de Hayez? ¿En qué muro particular estará colgado, o en qué almacén dormirá el sueño de los olvidados? Hasta el momento, mi correspondiente búsqueda en la web no ha dado resultados. Pero esta, no cabe duda, es ya una historia distinta.
Museo Villa Carlotta, Tremezzo (CO)
ResponderEliminarMuchas gracias por tu aportación, que me ha hecho repasar esta entrada de hace ya siete años y darme cuenta de la necesidad de actualizar algunos datos. Tal vez eso dé pie a una entrada nueva. Bienvenido (o bienvenida) a este espacio.
ResponderEliminarUn proyecto en el que me hallo inmersa me ha llevado a investigar en este sentido. El cuadro "Venganza de una rival" que se encuentra, en efecto, en el Museo Villa Carlotta de Tremezzo, no es el original, sino una réplica pintada por Alessandro Negroni Prati Morosini. La ubicación del original de Hayez se desconoce.
ResponderEliminarBuenas! Buscando información sobre estos cuadros me he topado con tu blog. Yo interpreto el último cuadro del tríptico con que el Inquisidor recibió la carta, que es lo que está leyendo. María se ha arrepentido de su maniobra y va a confesar que es mentira al Inquisidor, pero su amiga la detiene (de ahí que sea el único cuadro en el que María lleva un velo blanco, en contraste con el velo negro que lleva en los otros dos). Qué opinas?
ResponderEliminarQué interesante tu punto de vista, Azofaifa. Tú sitúas la acción representada por el cuadro en un momento posterior al que yo le había atribuido: no los instantes previos a entregar la carta, sino una visita posterior para confesar la mentira. Como bien dices, el simbolismo del color del velo de María es evidente; yo añadiré que también lo es la disposición del velo negro de Raquel, que la cubre por completo y la transforma en un personaje sombrío y solapado, en contraste con el rostro descubierto de María, rodeado por el color blanco. Bien podría interpretarse como la representación de la oscuridad y el engaño frente a la luz de la verdad. Muchas gracias por tu aportación y bienvenida a este espacio.
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