LOS CUADROS DE OCTUBRE

Esta Dama del armiño es uno de los cuadros más misteriosos de la historia de la pintura. Sobre ella se ignoran todos esos datos que tanto les gusta tener bien amarrados a los estudiosos: no se sabe quién es la retratada ni el nombre de su autor. Durante mucho tiempo se le ha atribuido a El Greco, y se ha elaborado una romántica teoría sobre la identidad de la protagonista, que sería Jerónima de las Cuevas, la mujer con la que el pintor mantuvo una relación amorosa y que fue la madre de su hijo. Otros defienden la autoría de un artista del círculo de Sánchez Coello, o incluso la de Tintoretto. En cualquier caso, esas incógnitas no son nadas comparadas con el misterio de los hermosos ojos negros que parecen brillar llenos de vida, con la increíble maestría en el trazado del manto de armiño que nos oculta el cuerpo de la retratada. Por cierto: a mí la teoría que más me gusta, por razones sentimentales, es la que afirma que la autora del cuadro es Sophonisba Anguissola, la gran olvidada del arte del siglo XVI.


Los cuadros de la pintora polaca Tamara de Lempicka (1898-1980) me producen siempre una enorme sensación de modernidad. Las superficies pulidas, los contrastes de luces y sombras, las líneas rotundas, trazadas con rápida resolución: todo remite al mundo dinámico y efectista de los carteles publicitarios y el cómic. Por eso me llama especialmente la atención cuando ese estilo tan de última hora se pone al servicio de un tema clásico, como en esta Mujer dormida. A esta bella modelo en su postura de abandono la podrían haber retratado los maestros italianos del Renacimiento, los neoclásicos con sus líneas escultóricas, los pintores victorianos en su búsqueda de la hermosura ideal. Pero Tamara de Lempicka le corta la melena a su musa y le pinta los labios y las uñas de un color rojo furioso: es una mujer moderna, bajo la cual parecen resonar las voces de tantas y tantas mujeres dormidas de la historia de la pintura, delicadas y expuestas a la mirada del espectador, vulnerables y preciosas.


Luna y sol del pintor mexicano Rufino Tamayo (1899-1991). Las distancias astronómicas y los movimientos de los astros, simplificados por la mágica perspectiva de un juego infantil. El cielo es un cuadrado perfecto en el que dos contendientes han trazado, casi se diría que con tiza, una línea oblicua: a la derecha queda el amarillo luminoso del día; a la izquierda, el azul profundo de la noche. Los dos jugadores son esos astros humanizados que clavan sus ojos en los del rival, sonrientes pero sin perder detalle del próximo movimiento de la partida estelar que están disputando. Los misterios básicos del universo, el día y la noche, el paso del tiempo, quedan reducidos al duelo amistoso de estas dos criaturas que se reparten cordialmente el firmamento. El tercer vértice del triángulo, el de la Tierra, recae fuera del lienzo, del lado del espectador, que contempla la escena, seguramente también sonriendo.



Autor de estremecedores cuadros en los que refleja sin tapujos la soledad y la angustia del ser humano, el pintor austriaco Egon Schiele (1890-1918) se desmarca de sus motivos habituales para pintar esta jovial Casa con ropa tendida. El edificio con sus tejaditos de cuento de hadas, las ventanas gemelas, las prendas colgadas en divertida simetría: todo parece remitirnos a un universo inocente, infantil, libre de preocupaciones. Pero no nos dejemos llevar por la primera impresión. Un examen más atento delata el trazo tembloroso del artista, el cielo que parece ir a desmenuzarse, el suelo que se comba, como incapaz de soportar el peso de las casas. Algunos cristales faltan de las ventanas y han dejado en su lugar agujeros negros que nos observan; el largo balcón central se inclina, como abrumado, hacia la izquierda. La angustia habitual del pintor se abre paso por debajo de ese mundo colorido, sin fisuras, con el que ha conseguido soñar por unos instantes.

Comentarios

  1. Estas entradas son las que más disfruto, las leo infinidad de veces. No tienes idea lo mucho que he aprendido desde que camino en tu blog, contigo. Es como estar parada detrás de la cortina en el estudio de cada uno de los artistas,tu palabra ha sido mi mejor guía de turistas.
    Angélica

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    1. No sabes cuánto agradezco tus palabras, Angélica. Estas entradas en las que voy reuniendo mensualmente los cuadros de cada semana tienen muchas visitas pero escasos comentarios, especialmente las de los últimos meses. Tengo la impresión de que los que se acercan a ellas lo hacen para descargarse imágenes pero pasando por alto el breve análisis de cada obra. Saber que mis impresiones sobre las pinturas te han aportado algo me da ánimos para seguir escribiéndolas. Muchas gracias por hacérmelo saber.

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